LOS TÍTULOS PRIMORDIALES


En muchos pueblos de México y, de manera especial, en la región de los volcanes —donde se encuentran Chalco, Amecameca, Atlautla, Cuijingo, Zoyatzingo, Temamatla y otros— existe un conjunto de documentos muy antiguos conocidos como Títulos Primordiales. Estos textos fueron escritos después de la Conquista de México, entre los siglos XVI y XVIII, y tuvieron una gran importancia porque sirvieron a los pueblos originarios para defender sus tierras, su historia y su identidad frente al dominio colonial.

Tras la llegada de los españoles, muchas comunidades indígenas vieron en riesgo sus territorios, que eran la base de su vida económica, social y cultural. La Corona española repartía tierras a conquistadores, encomenderos o hacendados, y los pueblos necesitaban demostrar que esas tierras les pertenecían desde tiempos anteriores. Fue en ese contexto cuando comenzaron a elaborarse los Títulos Primordiales.

En la región de los volcanes, los Títulos Primordiales fueron un recurso clave para proteger las tierras comunales, es decir, aquellas que pertenecían a todo el pueblo y que eran trabajadas colectivamente.

Por ejemplo, en pueblos como San Matías Cuijingo y Atlautla, los títulos narran cómo sus habitantes llegaron a fundar la comunidad, qué cerros, ríos y linderos formaban parte de su territorio, y quiénes fueron los primeros gobernantes. Al incluir esta información, los pueblos podían presentarla ante jueces y autoridades coloniales como una prueba de que esas tierras eran suyas desde tiempos antiguos.

Estos títulos no eran simples relatos: funcionaban como una mezcla de historia, mapa y escritura legal. En ellos se contaba la fundación del pueblo, se nombraban los límites con comunidades vecinas —por ejemplo, entre Cuijingo y Juchitepec, o entre Zentlalpan y Amecameca—, y se señalaban las tierras destinadas a sembrar, pastorear animales o recoger leña.

De esta manera, cuando algún hacendado o particular intentaba apropiarse de un terreno, los representantes de la comunidad acudían con su Título Primordial para mostrar que el pueblo ya tenía derechos reconocidos desde mucho antes.

Los Títulos Primordiales se escribieron en diferentes momentos, pero todos tienen características en común:

  • Lengua de redacción. Muchos fueron escritos en náhuatl, la lengua que hablaban los pueblos de la región. Algunos, con el paso del tiempo, se tradujeron al castellano o se escribieron en ambos idiomas. El uso del náhuatl no solo reflejaba la lengua cotidiana de los habitantes, sino que también fortalecía la legitimidad del documento, pues mostraba continuidad con la tradición indígena.
  • Elaboración comunitaria. No eran obras individuales, sino textos hechos en nombre del pueblo. En ocasiones, se reunían los principales de la comunidad (gobernadores indígenas, fiscales, escribanos) y dictaban la historia que debía quedar plasmada. En este sentido, funcionaban como una memoria colectiva.
  • Reconocimiento colonial. Aunque los Títulos Primordiales no eran documentos oficiales emitidos por la Corona, muchas veces fueron aceptados como pruebas en juicios de tierras o como respaldo en trámites ante autoridades locales, como los jueces de indios o los alcaldes mayores. Es decir, tenían un peso legal y se utilizaban en litigios.
  • Narración de la historia del pueblo. Además de la cuestión legal, los títulos incluían relatos sobre el origen del pueblo, la llegada de los primeros habitantes y su organización. En Cuijingo, por ejemplo, se recuerda cómo los antiguos pobladores lucharon por defender su territorio frente a amenazas externas; en Los Reyes se narran hechos vinculados con la introducción de la fe cristiana al pueblo y la relación con pueblos vecinos. Estas narraciones dieron identidad a la comunidad y reforzaban el sentido de pertenencia.
  • Resistencia cultural. Al escribirlos, los pueblos lograron conservar su memoria en un contexto en el que las instituciones coloniales imponían nuevas formas de organización. Los títulos, entonces, fueron una manera de resistir: no solo defendían la tierra, también preservaban la voz y la historia de la comunidad. 

En la región de los volcanes, varios pueblos tienen sus Títulos Primordiales. No siempre se encuentran completos ni en perfectas condiciones, pero siguen siendo una fuente valiosa para conocer cómo las comunidades se adaptaron a la vida colonial sin renunciar a su identidad indígena.

Los Títulos Primordiales son más que simples papeles antiguos. Son testimonios vivos de cómo los pueblos originarios del Valle de México, en particular los de la región de los volcanes, supieron defender su tierra y su memoria frente a los retos de la época colonial.

Gracias a ellos sabemos cómo se fundaron pueblos como Cuijingo, Tenango Tepopula, o Sula, entre otros, cuáles eran sus límites territoriales y qué importancia tenía la tierra para su vida colectiva. También entendemos que estos documentos fueron armas legales y, al mismo tiempo, expresiones de identidad cultural.

Hoy, los Títulos Primordiales siguen teniendo valor. No solo como fuentes para la historia, sino como patrimonio cultural que recuerda a las comunidades su origen, su derecho a la tierra y su capacidad de resistencia. Para los jóvenes de la región, conocerlos es reconocer que su pueblo tiene raíces profundas y que esas raíces siguen vivas en los cerros, los caminos y las plazas donde hoy transcurre la vida cotidiana.

En suma, los Títulos Primordiales son una herencia que nos habla del pasado, pero también un espejo que invita a valorar el presente y a mantener viva la memoria de los pueblos originarios de la región de los volcanes.

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